Hallazgos arqueológicos que engañaron al mundo
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Redacción El Monitor
Eoanthropus dawsoni, o “hombre del amanecer de Dawson”, fue el nombre que se le dio a los fragmentos fosilizados de un cráneo y una mandíbula anunciados en la Sociedad Geológica de Londres en diciembre de 1912. Pertenecían a una especie de humano primitivo hasta entonces desconocida que vivió hace 500.000 años, por lo que proporcionaban el ansiado “eslabón perdido” en la cadena evolutiva entre los simios y los humanos.
El hallazgo fue realizado por un arqueólogo aficionado, Charles Dawson, en Piltdown Common, cerca de Lewes, en Sussex, y, durante cuatro décadas, muchos paleontólogos británicos lo aceptaron sin reservas.
No fue hasta 1953 cuando se descubrió la verdad sobre el llamado hombre de Piltdown. Se trataba de un falso fósil compuesto por el cráneo de un humano de la Edad Media, la mandíbula de un orangután y los dientes limados de un chimpancé, todo ello manchado para que pareciera más antiguo.
El descubrimiento del engaño eliminó un obstáculo en la investigación científica evolutiva, pero la identidad de su autor siguió siendo un misterio durante años. Incluso el autor que creo al célebre detective Sherlock Holmes, sir Arthur Conan Doyle, fue sospechoso, ya que vivía cerca de Piltdown. No fue sino hasta 2016 que una revisión atribuyó la culpa al propio Dawson.
Las excavaciones en Cnosos, el complejo palaciego de la isla mediterránea de Creta —y el hogar del minotauro de la mitología griega—, comenzaron en 1900 y continuaron durante más de tres décadas. Dirigidas por el arqueólogo británico Arthur Evans, las numerosas excavaciones cambiaron drásticamente nuestra comprensión de la civilización minoica que floreció en los milenios III y II a. C.

Entre los numerosos hallazgos se encontraron estatuillas de fayenza (un tipo de cerámica) que representaban mujeres con los pechos desnudos que parecían estar luchando con serpientes; Evans las llamó “diosas serpiente”. Se convirtieron en iconos del arte y la cultura minoicos, pero también en fuente de inspiración para numerosas falsificaciones.
Entre las diosas de las serpientes existentes que se consideran falsas se encuentra una figura de marfil con serpientes de oro enroscadas alrededor de los brazos, que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston, y una versión en piedra que se encuentra actualmente en el Museo Walters de Baltimore, EE.UU.
Aunque no hay duda de que los originales descubiertos en 1903 son auténticos, plantean una pregunta intrigante. Evans se hizo famoso por sus restauraciones poco cuidadosas de los artefactos, así que, dado que le fabricó una cabeza completamente nueva a la estatua, ¿podría considerarse falsa la más famosa de las diosas serpiente?
Constantine Samuel Rafinesque fue un naturalista del Imperio Otomano que viajó por EE.UU. a principios del siglo XIX y realizó valiosas contribuciones al estudio de la naturaleza, la prehistoria y la cultura mesoamericana. Entre sus obras se encuentra la traducción del Walam Olum, o Registro rojo, una supuesta narración de los pueblos nativos americanos lenape de Delaware, grabada y pintada en tablillas de madera. En ella se cuenta cómo la tribu cruzó el estrecho de Bering congelado desde Asia hasta América hace unos 3.600 años.

Rafinesque extravió convenientemente las tablillas lenape, pero el registro se conservó con la publicación de su traducción en The American Nations (1836), lo que contribuyó a que la afirmación de que los nativos americanos eran originarios de Asia persistiera a lo largo del siglo. Sin embargo, el Walam Olum es una mezcolanza de símbolos pictográficos, desde la lengua del Delaware hasta el egipcio y el maya, y ha sido descrito como "enigmático y a menudo incomprensible" por el pueblo lenape. Se cree que Rafinesque lo ideó para reforzar su reputación o, al menos, su teoría.
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