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"El verdadero peligro de la inteligencia artificial es la estupidez humana"

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    MONITOR
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(Agencias)


"Si no tomamos decisiones, otros lo harán por nosotros", escribe la periodista y escritora española Laura G. De Rivera en su libro "Esclavos del algoritmo: Manual de resistencia en la era de la inteligencia artificial", fruto de años de investigación.


"Vivimos inmersos en pensamientos, deseos y sentimientos impuestos desde fuera porque resulta que los humanos somos bastante predecibles. Basta con aplicar la estadística a nuestras acciones pasadas, y es como si alguien nos leyera la mente", continúa.


La finura en predecir cuáles son nuestras necesidades o deseos es tanta que Michal Kosinski, psicólogo y profesor de la Universidad de Stantford, demostró en sus experimentos que un algoritmo bien entrenado con suficientes datos digitales puede predecir qué quieres o qué cosas te gustan mejor que tu madre.


Que la inteligencia artificial pueda anticipar con altísima precisión los intereses de una persona, en principio, suena bien. Pero tiene un precio, dice De Rivera, y es alto: "Perdemos libertad, perdemos la capacidad de ser nosotros mismos, perdemos imaginación".


"Trabajamos gratis para Instagram subiendo nuestras fotos para que la red social exista y gane millones. Hay que ser consciente y aprovechar los beneficios de las plataformas sin que los riesgos te hagan daño", dice.


Charlamos con De Rivera en el marco del Hay Festival que se celebra del 6 al 9 de noviembre en la ciudad peruana de Arequipa, un evento que reúne a 130 participantes de 15 países.


La solución que yo veo es muy sencilla, está al alcance de cualquier persona, es gratis y no tiene impacto medioambiental. Y es simplemente pensar. O sea, utilizar nuestro cerebro. Es una capacidad humana que está en desuso, se ha perdido.


Cada momento en el que no estamos trabajando o con gente, lo que hacemos es coger el teléfono y distraernos con la pantalla. Ya no pensamos en la sala de espera del médico ni cuando nos aburrimos en casa.


Esos espacios que teníamos para pensar están completamente ocupados ahora por una distracción continua. A través de nuestro smartphone recibimos un bombardeo de estímulos que no nos está dejando pensar.


Hay más cosas que se pueden hacer, pero a mí me parece esta la más básica y la más fácil. Solo el pensamiento crítico pueden defender la libertad individual frente al control algorítmico y la voluntad de terceros.


Es casi imposible no dar tus datos cuando te suscribes a una plataforma. Más complicado todavía leerse toda la letra pequeña de un servicio o rechazar las "cookies" cada vez entramos en una página web. ¿Nos hemos vuelto perezosos?


Somos un poco vagos y un poco marionetas, pero también nos falta la información.


Hay mucha gente que no entiende que cuando está pasando horas delante de TikTok, lo que está haciendo es trabajar gratis para la plataforma. Le das toda tu información de tu comportamiento online y esa información vale dinero.


Por eso es importante la educación, que es explicar cómo funciona el modelo de negocio de estas grandes plataformas.


¿Cómo es posible que Google sea una de las compañías más ricas del mundo si no nos cobra por su servicio? Reflexionar sobre esto es muy importante para que la gente entienda lo valiosísima que es toda la información que estamos dando sobre nosotros.


En realidad, el verdadero peligro es la estupidez humana, porque a ti la inteligencia artificial no tiene por qué hacerte nada, son ceros y unos.


Lo que pasa es que nuestra pereza es tan grande que si nos dan las cosas hechas, pues mucho mejor. Todo esto nos coloca en una situación en la que somos más manipulables.


Vivimos en un adormecimiento generalizado de la voluntad. Nos resignamos ante la digitalización del sistema sanitario, la vigilancia masiva y la educación online de nuestros hijos. Asumimos las injusticias, los abusos y la ignorancia como cosas inevitables contra las que no podemos rebelarnos porque nos da pereza.


¿Cuáles podrían ser las consecuencias de confiar plenamente en las predicciones automáticas de un sistema algorítmico?


Cuando delegamos les decisiones importantes, que incluso pueden tener que ver con la vida y la muerte, el riesgo es muy grande, sobre todo porque hay estudios que demuestran que los humanos tendemos a pensar que si lo dice un ordenador, será verdad. Aunque nosotros pensemos distinto.


Entonces, ¿a quién le vas a dejar que decida? ¿A tu madre, a tu profesor, a tu jefe, a la inteligencia artificial? Este es un problema muy antiguo del ser humano y a mí me gusta mucho el libro el psicoanalista, sociólogo y miembro de la Escuela de Frankfurt Erich Fromm, "Miedo a la libertad", que está dedicado a esto, precisamente.


Fromm defiende que los seres humanos preferimos que nos digan qué tenemos que hacer, porque nos da pánico pensar que depende de nosotros. Decidir nos da mucho miedo y preferimos ser como robots y que nos digan qué hacer. Y esto ya lo decía Fromm a principios del siglo XX.

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