Tormentas de polvo, el peligroso fenómeno cada vez más frecuente en el mundo por el cambio climático
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(Agencia)
En la primavera boreal de 2025, Dave Dubois, climatólogo de la Universidad Estatal de Nuevo México, condujo hasta una estación meteorológica a unas horas al norte de su casa en Las Cruces, una ciudad al borde del desierto de Chihuahua, en el sur de Nuevo México.
De camino, pasó por las abrasadoras dunas de arena del Parque Nacional de White Sands y Roswell, lugar conocido por supuestos avistamientos de ovnis.
Mientras realizaba mantenimiento rutinario a un sensor de monitoreo, una potente nube de polvo descendió. La falta de visibilidad provocó un aterrador choque múltiple en una importante autopista interestatal que dejó varios heridos.
En los primeros tres meses de 2025, Nuevo México experimentó 50 tormentas de polvo, siendo el 18 de marzo el día con mayor acumulación de polvo jamás registrado.
Acompañado de incendios forestales y ráfagas de viento superiores a los 113 km/h, el cielo se oscureció mientras el "infierno de polvo" se extendía por Estados Unidos.
A pesar de estar ubicado entre Arizona y Texas, dos estados propensos a las tormentas de polvo, Nuevo México experimenta menos eventos de alta intensidad.
Pero cuando vientos intensos azotan tierras afectadas por 25 años de sequía, agravada por el cambio climático, "se dan las condiciones perfectas", afirma Dubois.
El evento del desierto de Chihuahua fue provocado por un ciclón de latitudes medias, un sistema de tormentas de baja presión responsable de la mayoría de los fenómenos meteorológicos severos que se experimentan a nivel del suelo.
Las consecuencias de esta tormenta de polvo se extendieron por una vasta zona, y se reportó lluvia turbia e inestable incluso en lugares tan lejanos como Wisconsin y Carolina del Norte.
El ciclón también generó tormentas de polvo en el suroeste y las Grandes Llanuras del sur, tornados en el sureste, incendios forestales en el sur, ventiscas en el medio oeste y fuertes lluvias en el noreste.
Al igual que otros fenómenos meteorológicos extremos, las tormentas de polvo y arena son cada vez más frecuentes.
Estos eventos, exacerbados por el cambio climático, levantan tierra, arena y otras partículas formando nubes de polvo que suelen ser perjudiciales y, en ocasiones, mortales.
Nos afectan de maneras sorprendentes, desde perjudicar nuestra salud mediante la propagación de enfermedades como la meningitis hasta influir en los ciclos del agua, acelerando el deshielo al cubrir la nieve.










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