Redacción El Monitor
En 2021, la NASA realizó un balance de su relación de asteroides identificados dentro del Sistema Solar. Según sus registros, hay 1,097,148 cuerpos en el vecindario de la Tierra. Todos, con excepción de dos, son originarios del Sistema Solar. Oumuamua y el cometa Borisov son las únicas rocas “extranjeras” que han podido ser registradas. La ciencia las llama objetos interestelares (ISO, por sus siglas en inglés).
En nuestro sistema, lo objetos interestelares parece ser una rareza. De hecho, durante mucho tiempo se les consideró meramente teóricos. Los astrónomos los buscan porque son cuerpos que se formaron en estrellas lejanas, junto a otros planetas, y, por tanto, poseen información sobre regiones inexploradas de la Vía Láctea.
Sin embargo, a medida que la tecnología se vuelve más sofisticada, las probabilidades de encontrar más ISO se vuelven mucho mayores. Un reciente estudio de ocho astrofísicos de la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda, calcula que el Sistema Solar podría encontrarse con hasta un millón de “flujos” interconectados que albergan ese valioso material interestelar. Su investigación estima que rocas como Oumuamua han visitado el Sol antes y lo harán en el futuro.
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Los ríos interestelares que conectan con el sistema solar
Uno de los coautores del nuevo estudio trabajó anteriormente en la teoría del origen de lo que él denominó “intrusos asteroidales”. En su investigación, Portegies Zwart estableció que, a su paso por el cosmos, los sistemas estelares expulsan asteroides y cometas que luego se agrupan y les siguen, como una gran nube o cola detrás. Esta “corriente” puede imaginarse también como un río por donde fluyen los asteroides.
Mientras el sistema que los vio nacer se aleja, los fragmentos desprendidos inician un viaje separado. Por ello, hay objetos circulando en el espacio interestelar (es decir, el espacio entre estrellas), un lugar donde solo cabría esperar polvo y gas. Los objetos interestelares que provienen de los mismos sistemas son llamados “hermanos”, y los que provienen de sistemas cercanos, “primos”.
El nuevo trabajo de los astrofísicos consistió en simular todas las posibles corrientes o ríos interestelares de la Vía Láctea que podrían coincidir con nuestro Sol. Luego construyeron un modelo poblacional para predecir las propiedades de los flujos en los que nuestra estrella podría coincidir. “Hallamos que el número de corrientes encontradas por el Sol es bastante grande, ~ 10^6 o más (aproximadamente un millón)”, explicó el artículo, por ahora establecido en el servidor ArXiv.
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La investigación lleva en el título la frase ‘He awa whiria’. Estas palabras están en idioma maorí y significan “río trenzado”. El concepto se usa para ejemplificar corrientes que se interconectan pero que mantienen su identidad única.
Asumiendo que hay ríos de escombros con rutas probables, solo es cuestión de tiempo para que los nuevos satélites encuentren más ISO como Oumuamua o Borisov. El estudio dice que solo se necesita información de 100 objetos interestelares para iniciar una nueva era en la investigación de sus fuentes. En otras palabras, con más datos sobre las velocidades y trayectorias de los ISO, se puede “retroceder en el tiempo” para saber de qué estrella provienen y desde hace cuánto viajan en la Vía Láctea.
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