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La resistencia de Harvard ante Trump es "trascendental"

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    MONITOR
  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

Redacción El Monitor


La Universidad de Harvard es 140 años más antigua que Estados Unidos, tiene una dotación financiera superior al PIB de casi 100 países y ha formado a ocho presidentes estadounidenses. Entonces, si una institución fuera a enfrentarse a la guerra del gobierno de Donald Trump contra el mundo académico, Harvard sería la primera de la lista.


Harvard lo hizo enérgicamente y de un modo que animó a otras universidades de todo el país temerosas de la ira del presidente, al rechazar las exigencias del gobierno de Trump en materia de contratación, admisiones y currícula. Algunos comentaristas llegaron a decir que la decisión de Harvard facultaría a los bufetes de abogados, los tribunales, los medios de comunicación y otros objetivos de la Casa Blanca para también contraatacar.


“Esto es de trascendental importancia”, dijo J. Michael Luttig, un destacado exjuez del tribunal federal de apelaciones, venerado por muchos conservadores. “Este debería ser el punto de inflexión en la ofensiva del presidente contra las instituciones estadounidenses”.


Michael S. Roth, quien es presidente de la Universidad de Wesleyan y un crítico poco habitual de la Casa Blanca entre los gestores universitarios, celebró la decisión de Harvard. “Lo que ocurre cuando las instituciones se extralimitan es que cambian de rumbo cuando encuentran resistencia”, dijo. “Es como cuando a un abusador se le para en seco”.


Pocas horas después de la decisión de Harvard, los funcionarios federales dijeron que congelarían 2200 millones de dólares en subvenciones plurianuales a la universidad, junto con un contrato de 60 millones de dólares.


Se trata de una fracción de los 9000 millones de dólares de financiación federal que recibe Harvard, de los que 7000 millones se destinan a los 11 hospitales afiliados a la universidad en Boston y Cambridge, Massachusetts, entre ellos el Massachusetts General, el Hospital Infantil de Boston y el Instituto Oncológico Dana-Farber. Los 2000 millones restantes se destinan a becas de investigación directamente para Harvard, entre otras cosas para la exploración espacial, la diabetes, el cáncer, la enfermedad de Alzheimer y la tuberculosis.


No quedaba claro de inmediato a qué programas afectaría la congelación de la financiación.


Harvard, la universidad más rica y antigua del país, es el objeto más destacado de la campaña del gobierno para purgar la ideología woke de los campus universitarios estadounidenses. Las exigencias del gobierno incluyen compartir sus datos de contratación con el gobierno y contratar a una entidad externa para garantizar que cada departamento académico sea “diverso en cuanto a puntos de vista”.


La Universidad de Columbia, que se enfrentaba a una pérdida de 400 millones de dólares de financiación federal, aceptó el mes pasado importantes concesiones exigidas por el gobierno, entre ellas que instalara una nueva supervisión de su Departamento de Estudios sobre Oriente Medio, Asia Meridional y África.


En una carta enviada, el rector de Harvard, Alan Garber, se negó a renunciar. “Ni Harvard ni ninguna otra universidad privada pueden permitir que el gobierno federal se apodere de ellas”, escribió.

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