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La misión de Athena y el futuro de la exploración lunar




Redacción El Monitor


El pasado 27 de febrero, el módulo lunar Athena, desarrollado por Intuitive Machines, fue lanzado con éxito al espacio a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX. Con este, ya son tres naves espaciales privadas que se dirigen al satélite natural, algo que no tiene precedentes en la historia de la humanidad.


Junto con Athena, las misiones incluyen el módulo Blue Ghost, desarrollado por Firefly Aerospace, y Resilience, de la compañía japonesa iSpace.


Las dos primeras forman parte del programa de Servicios Comerciales de Carga Lunar (CLPS, por sus siglas en inglés) de la NASA, diseñado para transportar y desplegar equipos científicos en la superficie lunar.


Este programa busca recopilar información crítica que será utilizada en las misiones Artemis, en las que astronautas planean alunizar cerca del polo sur de la Luna en los próximos años y eventualmente construir bases en la región rica en agua.


Blue Ghost, lanzado el 15 de enero también mediante un Falcon 9, lleva 10 cargas útiles de la NASA y ha estado orbitando la Luna durante las últimas dos semanas. Se espera que descienda en Mare Crisium (‘Mar de las Crisis’), una planicie oscura ubicada en el lado visible de la Luna, el 2 de marzo por la mañana.


Por otro lado, Resilience sigue una ruta más larga hacia el satélite. Esta nave japonesa, que no forma parte del programa CLPS, planea llegar a la órbita lunar entre finales de mayo y principios de junio, con un intento de alunizaje poco después.


Resilience transporta un pequeño rover llamado Tenacious, diseñado por una subsidiaria luxemburguesa de iSpace, aunque no tiene planes inmediatos para transportar muestras recolectadas de vuelta a la Tierra.


Athena, con sus 4,7 metros de altura, dotada con equipamiento científico de la NASA, un mini rover de Lunar Outpost y un dron llamado Grace, descenderá el 6 de marzo e intentará aterrizar a solo cinco grados de latitud del polo sur, más cerca de esta región que cualquier misión anterior.


Su dron rinde homenaje a la pionera de la programación informática Grace Hopper, y probará sus capacidades mediante tres vuelos de prueba progresivamente más largos sobre la superficie lunar.


Si estas maniobras tienen éxito, Grace entrará al cráter, que mide unos 20 metros de profundidad, para recolectar datos con instrumentos científicos provenientes de Hungría y Alemania. El objetivo principal es buscar hielo de agua, un recurso fundamental para futuras misiones humanas. Este agua podría ser utilizada como fuente de agua potable, aire respirable e incluso combustible para cohetes.


Con estas iniciativas, NASA está invirtiendo 62 millones de dólares en la misión de Intuitive Machines como parte de su estrategia para desarrollar mayores capacidades de exploración lunar. La información obtenida no solo impulsará las misiones Artemis, sino también los esfuerzos por establecer una presencia sostenida en la Luna en los años venideros.


El CEO de la compañía estadounidense, Steve Altemus, destacó la importancia de esta oleada de misiones privadas hacia el satélite natural de la Tierra.


“Creemos que esto es una señal de que los servicios lunares están avanzando rápidamente, impulsados por la intención civil y comercial de establecer una base en la Luna como punto de partida para explorar más profundamente el sistema solar”, afirmó en un comunicado.

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