La especie de escorpión más común es Buthus occitanus, conocido como alacrán amarillo
- MONITOR
- hace 15 horas
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(Agencia)
En el reino animal, hay criaturas que nos resultan más misteriosas que otras: las moscas, por ejemplo, abundan en nuestro ecosistema y, casi por familiaridad, nogeneran pánico ni inquietud entre la población. En cambio, quizá por su condición de arácnido o por su asociación a enclaves con climas extremos, los escorpiones ocupan un lugar oscuro y magnético en el imaginario colectivo.
Esa mezcla de fascinación y temor vuelve a cobrar fuerza cada vez que un caso real nos recuerda su presencia -abundante pero escurridiza- en el paisaje español: esta semana, una mujer fue hospitalizada tras sufrir la picadura de un escorpión durante una estancia en un hotel, tal y como informó la Policía Municipal de Alcorcón. Así, el episodio reactiva preguntas sobre la distribución geográfica del animal y los riesgos que implica su veneno.
En el país, habitan 7 especies de escorpión, según el último informe del Ministerio para la Transición Ecológica: por el momento, sin embargo, las autoridades no han confirmado cuál de todas ellas es la que ha protagonizado la noticia. Las características del ejemplar sugieren que podría provenir del extranjero: "Se sospecha que el animal podría haberse introducido previamente en el equipaje", señalan.
A pesar de su fama exótica, los escorpiones forman parte habitual de la fauna ibérica. Se localizan sobre todo en zonas áridas, secas y pedregosas, especialmente en el litoral mediterráneo, la meseta sur y áreas de clima continental cálido. Les atraen grietas, muros de piedra y rincones sombríos donde puedan resguardarse del sol. Aunque su presencia es constante, rara vez entran en contacto directo con las personas.
En España se han identificado, como hemos señalado anteriormente, siete especies de escorpión, con distintas áreas de distribución. La más común es Buthus occitanus, conocido como alacrán amarillo, extendido por gran parte de la península. Otras especies, como Euscorpius flavicaudis o Euscorpius balearicus, habitan en entornos más húmedos y boscosos. Cada una posee un veneno de intensidad variable, pero en general los ejemplares ibéricos no representan un peligro letal para los seres humanos.
Su actividad es principalmente nocturna, lo que contribuye a la percepción de misterio que los rodea. Durante el día permanecen ocultos bajo piedras, troncos o en pequeñas cavidades, y salen al anochecer para cazar insectos y otros pequeños invertebrados. Esta conducta los hace escurridizos y difíciles de detectar, lo que refuerza la idea de que “aparecen de la nada” cuando en realidad siempre han estado presentes en el ecosistema.
La imagen del escorpión suele estar marcada por el miedo y la repulsión. Sin embargo, su papel en el equilibrio ecológico es fundamental. Son depredadores eficaces que regulan poblaciones de insectos, arañas y pequeños artrópodos, evitando plagas que podrían afectar tanto a cultivos como a la salud humana. En ese sentido, su presencia no es un síntoma de amenaza, sino un indicador de biodiversidad y estabilidad ambiental.
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