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Emiliano Zapata, de los líderes más estigmatizados y aclamados de su tiempo


Redacción El Monitor


La figura de Emiliano Zapata, conocido como el “Atila del Sur”, no solo fue un personaje crucial de la Revolución Mexicana, sino también uno de los líderes más estigmatizados y aclamados de su tiempo.


Esto debido a que, durante el conflicto revolucionario, la prensa, influenciada por los grandes terratenientes, lo retrató como un bárbaro, buscando demonizar su lucha en defensa de los campesinos y sus tierras.


Así, la prensa, utilizando el apodo del “Atila del Sur”, la prensa buscaba evocarlo como un saqueador despiadado, comparable al temido rey de los hunos, con el fin de generar temor y desacreditar su movimiento. Para muchos periódicos de la época, Zapata era presentado como un peligroso rebelde, un “bandolero” que lideraba hordas dispuestas a sembrar el caos. Esta narrativa respondía a los intereses de las élites, que veían en su movimiento una amenaza al orden establecido.


Sin embargo, para el pueblo, Zapata representaba algo completamente diferente. La lucha de Zapata era un símbolo de esperanza y justicia. La percepción social de su figura estaba dividida: mientras las élites y sus medios lo tildaban de violento y descontrolado, los campesinos lo veían como un héroe dispuesto a darlo todo por los derechos de los más desfavorecidos.


La Revolución Mexicana, iniciada en 1910, fue un conflicto armado que enfrentó diversos frentes e ideales. Mientras Francisco I. Madero luchaba por instaurar la democracia y Pancho Villa lideraba la División del Norte, Zapata encabezaba al Ejército Libertador del Sur, cuyo principal objetivo era la justicia agraria. La explotación y desigualdad en la región de Morelos, donde Zapata nació en 1879 en una familia campesina, marcaron el origen de su lucha. Desde joven, Zapata se organizó para exigir derechos para los más desfavorecidos, convirtiéndose en un líder que resonaba con las necesidades de las comunidades rurales.


El Plan de Ayala, redactado en 1911 tras el distanciamiento con Francisco I. Madero, marcó un antes y un después en la trayectoria de Zapata. Al sentirse traicionado por el incumplimiento de las promesas de reforma agraria, decidió proclamar este documento, en el que demandaba una distribución justa de la tierra. Esto lo convirtió en un símbolo de lucha y resistencia, consolidando su liderazgo y reafirmando su compromiso con las causas campesinas.


La percepción de Zapata, compleja y polarizada, reflejaba las tensiones de la época. Mientras la prensa y los poderosos buscaban presentarlo como una amenaza, para muchos campesinos era el símbolo de la lucha justa. Su muerte, ocurrida en 1919 tras ser traicionado y asesinado, no terminó con su legado; por el contrario, su lucha influyó en las reformas agrarias de décadas posteriores. Zapata dejó un legado que persiste como un emblema de resistencia y justicia social, reivindicando su incansable lucha por la tierra y la dignidad campesina.

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