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Dos soles, tres mundos y una lección de humildad cósmica

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    MONITOR
  • hace 8 horas
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(Agencia)


Cuando Luke Skywalker miraba hacia el horizonte y veía ponerse dos soles en Star Wars, la escena parecía pura fantasía. Ningún astrónomo podía imaginar que un sistema así pudiera existir sin colapsar bajo sus propias leyes gravitacionales.

Hasta ahora.


El telescopio espacial TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA acaba de revelar la existencia de TOI-2267, un sistema binario situado a unos 72 años luz de la Tierra que alberga tres planetas similares en tamaño a la Tierra. Pero lo extraordinario no es solo su parecido con Tatooine, sino su improbable equilibrio.


Durante décadas, los modelos teóricos insistieron en que los sistemas con dos estrellas tan cercanas eran demasiado inestables para permitir la formación de planetas. El hallazgo, publicado en Astronomy & Astrophysics, demuestra lo contrario: el universo siempre encuentra un modo.


TOI-2267 está compuesto por dos estrellas enanas rojas —clasificadas como M5V y M6V— que orbitan entre sí a solo 8 unidades astronómicas (la distancia media entre el Sol y Saturno es de 9,5). En ese espacio reducido, las fuerzas de marea y la turbulencia gravitacional deberían hacer imposible la estabilidad de planetas en órbita.


Y, sin embargo, ahí están. Tres mundos rocosos, detectados gracias al tenue parpadeo de sus tránsitos, sobreviven y prosperan en torno a ambas estrellas.


El equipo internacional, en el que participó el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), utilizó observaciones complementarias desde Chile, Tenerife y el telescopio TRAPPIST para confirmar el hallazgo. Según el análisis, dos de los planetas orbitan la estrella principal (TOI-2267A), mientras que el tercero lo hace alrededor de la secundaria (TOI-2267B).


En otras palabras: cada sol tiene su propio mundo, un fenómeno que nunca antes se había confirmado en un sistema binario de tránsito.


Los astrónomos sabían que los sistemas binarios eran comunes —de hecho, la mayoría de las estrellas del universo nacen acompañadas—, pero se asumía que su dinámica gravitacional impedía la creación de órbitas estables. Los discos de gas y polvo, esenciales para el nacimiento de los planetas, deberían ser demasiado caóticos.


TOI-2267 rompe ese paradigma. Su estructura compacta sugiere que los planetas pueden formarse incluso en entornos donde la física parece jugar en su contra. Este hallazgo obliga a reconsiderar los modelos que explican cómo se agrupan los materiales y se estabilizan las órbitas en los primeros millones de años de un sistema estelar.

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