Crisis entre Donald Trump y Elon Musk se complica
- MONITOR
- 6 jun
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Redacción El Monitor
Por fin había llegado el momento, y fue tan rastrero, vengativo, personal, mezquino, operístico, infantil, trascendental, desordenado y público como muchos siempre habían esperado que fuera.
“Algo es seguro”, publicó Elon Musk en X a mitad de su implacable ataque de horas contra el presidente Donald Trump, “¡Aburrido no es!”.
El choque de titanes había llegado, y se habían quitado los guantes.
La velocidad de la caída fue impresionante. Hasta hacía unos 14 segundos, Musk volaba en los aviones de Trump, se alojaba en sus residencias, se relacionaba con sus hijos. El viernes, Trump lo agasajó con un discurso de despedida en el Despacho Oval y le entregó una novedosa gran llave de la Casa Blanca.
Pero no todo iba bien. Musk se había estado preocupando por el amplio proyecto de ley de política interior que la Casa Blanca estaba impulsando en el Congreso. El jueves por la tarde el empresario empezó a escupir veneno.
Por lo general, cuando Trump tiene una pelea grande y desastrosa en público, es con alguien que necesita de él, un ser inferior que vive con el temor de que le desafíen en las primarias o de ser arruinado de algún modo. Pero ahora se estaba peleando con quien, en raras ocasiones, tiene influencia sobre él: influencia política y económica, y quizá incluso emocional. Cuando Trump dijo el jueves que estaba “muy decepcionado con Elon”, parecía que lo decía en serio.
Reflexionó en Truth Social que la “forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro Presupuesto” sería acabar con las subvenciones y contratos gubernamentales de Musk. “¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!”, añadió Trump, provocando que Musk estallara aún más.
Había un elemento cómico en sus idas y venidas: como Trump y Musk son dueños de sus propias redes sociales, ninguno de los dos respondió directamente al otro. Cualquiera que estuviera siguiendo la conversación desde casa (es decir, todo el mundo) tenía que alternar entre plataformas para seguir a estos vaqueros del teclado mientras se disparaban mutuamente.










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