
Redacción El Monitor
Cuando el presidente Donald Trump cerró las puertas de Estados Unidos a los solicitantes de asilo, la cubana Arianne Domínguez sintió un "tiro en el corazón". Sin motivación para desandar el camino, muchos migrantes como ella buscan ahora refugio en México.
Desde Tapachula, en la frontera sur, hasta Tijuana, en el límite norte, pasando por Ciudad de México, cientos de extranjeros intentan iniciar una nueva vida tras el portazo de Trump.
Las oficinas de la Comar en Naucalpan rebosan de migrantes, especialmente venezolanos y cubanos, que intentaban pedir asilo en Estados Unidos para escapar de la pobreza, la violencia y persecuciones políticas. El trámite de refugio en México implica varios días de espera.
La crisis venezolana, que provocó el éxodo de siete millones de personas desde 2014, alcanzó un nuevo pico con la reelección de Nicolás Maduro, denunciada como fraudulenta por la oposición y que varios países desconocen. México se ha convertido de tiempo atrás en alternativa frente al "sueño americano". En 2024, el país otorgó refugio a unos 26,855 extranjeros, según cifras oficiales.
La presidenta Claudia Sheinbaum dejó abierta la posibilidad esta semana de activar un programa especial de refugio si hiciera falta. Mientras, se comprometió a dar protección humanitaria a los extranjeros deportados por Estados Unidos y repatriarlos -si así lo solicitan- en coordinación con sus respectivos gobiernos.
Durante el trámite de refugio, algunos han pasado días a la intemperie o en tiendas de campaña; otros se apuntan en listas de espera que organizan los propios migrantes.
En los edificios aledaños, algunos letreros ofrecen trabajo: "¿Sabes manejar? Tenemos un lugar para ti como chofer". Frente a las filas, un venezolano vende tequeños (arrollados de queso), mientras vecinos ofrecen alimentos y baños a quienes esperan turno para regularizarse.
En la sede de Comar en Tapachula, Chiapas (sur), también hay largas colas de migrantes que buscan refugio ante la mirada de militares que resguardan el lugar. Muchos tenían citas confirmadas en CBP One, como el cubano José Ricardo Moreno, quien debía presentarse en un puerto fronterizo estadounidense el 2 de febrero.
Para aquellos que se quedaron varados en la frontera con Estados Unidos, intentar cruzar sin papeles no es una opción por la ofensiva antiinmigrantes de Trump, quien ordenó reforzar la zona con 1,500 militares.
Durante su primera semana de gobierno, el mandatario estadounidense deportó a miles de migrantes a Guatemala, México, Colombia y Brasil, aunque en el caso mexicano las cifras están dentro del promedio normal. "No correría ese riesgo. He tomado muchos riesgos, he pasado muchas cosas, creería que pasar ilegalmente no es recomendable", dice Shakira Chaparro, venezolana de 29 años.
"La mejor opción es quedarse acá, buscar el modo de que tengamos un permiso de estar un tiempo o nos devolvemos a nuestro país", añade la joven a las afueras de un albergue en Tijuana, muy cerca del país hacia donde apuntaban sus sueños.
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