La nueva realidad en Texas tras la ofensiva de Trump contra los migrantes
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(Agencias)
En Chicago, Los Ángeles y Portland el debate sobre la inmigración se trasladó a las calles, provocando manifestaciones casi diarias mientras los agentes intensifican las detenciones.
Pero en El Paso, ciudad de Texas situada en la frontera entre Estados Unidos y México, las calles están inusualmente tranquilas.
Un año después de la última visita a la frontera para comprender el impacto de la crisis migratoria, los lugares que antes rebosaban de migrantes permanecen prácticamente en silencio.
Hace apenas unos años, hasta 2.500 migrantes acampaban frente a la histórica iglesia católica del Sagrado Corazón.
Muchos dormían en las calles sobre mantas donadas, esperando a que las organizaciones benéficas locales distribuyeran comida y agua.
Ahora, solo se ve a un puñado de feligreses entrando y saliendo de la iglesia.
Lo mismo ocurre con un parque cercano y con los albergues de toda la ciudad, donde los migrantes solían reunirse para compartir sus experiencias del penoso viaje a través de selvas y desiertos, o de haber sido detenidos, robados o casi secuestrados durante sus largas travesías por Latinoamérica hasta la frontera.
La afluencia de migrantes llevó al gobierno de El Paso a declarar el estado de emergencia a finales de 2022, ya que los albergues locales se vieron desbordados.










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