“¡Gringo, vete a casa!”. “¡Habla español o muere!”. “¡La gentrificación es colonización!”.
- MONITOR
- 8 jul
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Redacción El Monitor
Con pancartas y grafitis, los manifestantes dejaron clara su molestia por la afluencia de extranjeros que se han instalado recientemente en Ciudad de México:
Algunos lugares en donde suelen reunirse algunos trabajadores nómadas fueron saqueados durante las protestas del viernes. El lunes por la mañana, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, condenó los saqueos.
Pero Sheinbaum también reconoció las preocupaciones de los manifestantes y cómo se han tensado los ánimos en Ciudad de México, la mayor metrópoli de Norteamérica, por la llegada de miles de extranjeros relativamente acomodados, sobre todo de Estados Unidos. Muchos residentes capitalinos están indignados por el aumento de las rentas y de los precios de los alimentos en algunas partes de la ciudad.
“El terreno no es parejo”, dijo Daniela Grave, una residente que asistió a la protesta. “Si ganan en dólares y no pagan impuestos, hay una desigualdad de condiciones para mexicanos y extranjeros, donde quien gana en dólares tiene todo el poder para ejercer en esta ciudad de la manera que quiera y eso es lo que debería regularse”.
La tensión por la afluencia de trabajadores remotos se ha ido acumulando desde hace tiempo. Los trabajadores extranjeros a distancia empezaron a trasladarse en gran número a Ciudad de México durante la pandemia de coronavirus y se han asentado sobre todo en colonias céntricas como la Condesa y la Roma.
Para sorpresa de muchos residentes de toda la vida, estas zonas se han convertido en bastiones en los que se habla más inglés que español en algunos cafés, y en los que han surgido espacios de trabajo, estudios de pilates, tiendas de comida especializada y boutiques de ropa para atender las necesidades de los recién llegados.
Una de las principales inquietudes de los manifestantes tiene que ver con el aumento de las rentas y el valor de los inmuebles. Grave, de 34 años, quien vive en la Roma Sur desde hace dos décadas, dijo que había visto cómo su colonia, que solía ser tranquila y familiar, estaba viviendo un cambio lento pero extremo.
Las misceláneas o tienditas de la esquina y los restaurantes asequibles han sido sustituidos por restaurantes de lujo y galerías de arte. Incluso el mercadito local donde compra algunos productos se ha encarecido y suele estar abarrotado de turistas y guías.
En los restaurantes del barrio, notó cómo ahora se espera que los camareros hablen inglés para atender a los comensales extranjeros. Los edificios de departamentos que la rodean se han convertido en espacios en renta por Airbnb, algunos de los cuales acogen fiestas nocturnas que, dijo, han “cambiando el ambiente del barrio”.
Grave, quien se unió a la reciente protesta con su madre, recalcó que no tenía ningún problema con los extranjeros, ni con los estadounidenses en particular, pero expresó su preocupación por los desequilibrios económicos que se crean cuando personas con un poder adquisitivo mucho mayor expulsan a los residentes de toda la vida.
Otros residentes afirman que algunos de los extranjeros privilegiados que viven ahora en Ciudad de México podrían tomar medidas importantes para disminuir las preocupaciones de sus vecinos.
Luis Sosa, de 44 años, director creativo que vive en la Condesa desde 2006, dijo que los estadounidenses que se trasladan a México podrían esforzarse más por comprender la cultura del país y dijo que un comienzo podría ser aprender español.
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