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En Luvianos, impera corrupción en movilidad

  • Foto del escritor: MONITOR
    MONITOR
  • 4 jun 2018
  • 4 Min. de lectura


*El servicio mixto de trasporte público desaparece ante la indolencia de autoridades.

*Usuarios quedan a merced de voraces taxistas que fijan tarifas a su gusto

Luvianos, México. Si usted es usuario del trasporte público en este municipio, seguramente no sabe de elementales reglas, como esperar en sitios asignados para abordar o bajarse del autobús, camioneta o vehículo, pagar la tarifa acordada y realizar su trayecto en condiciones de seguridad, comodidad y rapidez sin riesgos, debido al caos que priva en este sector en la zona.

En el sur del estado de México, varios municipios reportan un pésimo servicio de transporte, el cual se complica más ante una modalidad caciquil dada entre transportistas que lesiona la economía de los usuarios y complica la comunicación entre poblaciones, en este caso de manera muy marcada lo hemos constado en la ruta Luvianos-Tejupilco.

Los pasajeros tienen como única opción para sus traslados a los taxis colectivos, pues las llamadas ruleteras del servicio mixto de carga y pasaje, están por extinguirse; eran al menos 16 camionetas que realizaban los viajes diarios, ahora solo quedan cuatro y tienen prohibido cargar pasajeros en los puntos tradicionales, donde a los usuarios les quedaba cómodo y cercano.

La razón de esta disminución drástica en las unidades se atribuye a la corrupción que impera entre personal de la ahora denominada Secretaria de Movilidad, cuyos funcionarios se encargan de acosar a los operadores del transporte mixto, prohibiéndoles sitios de abordaje, en este caso a los luvianenses, quienes en Tejupilco deben caminar un tramo muy extenso si desean viajar en estos vehículos y ahor un poco, si tienen prisa o están cansado su opción más cercana, más cara, más incomoda y más tardada son los taxis colectivos.

Por años, los concesionarios solicitaron una base en Tejupilco, tal como la tienen las ruleteras de otros rumbos, por ejemplo Amatepec, nunca se las autorizaron, sin embargo, cargaban pasaje en la zona centro, la gente con sus compras podía tener el servicio sin problemas, ahora estos vehículos tienen prohibido subir pasaje, pueden hacerlo hasta la salida en el entronque del libramiento y la entrada por el lado del Hospital.

Si los operadores se les ocurre “alzar” algún pasajero entre este tramo, como por arte de mágia aparecen supuestos inspectores de “trasporte terrestre” bajan al pasaje, y el vehículo es enviado al corralón hasta por dos meses, se les asigna una multa y deben pagar además arrastre y guarda, lo que significa varios miles de pesos.

La situación apretó demasiado a los propietarios de las concesiones, los obligaron entonces a “desemplacar” y abandonar las unidades; la mayoría vendió sus vehículos y emigraron a Estados Unidos, pues no hay opciones de otro empleo para ellos, esto perjudicó considerablemente a los usuarios, pues se complica mucho el trayecto entre ambas poblaciones, además de encarecerlo.

Don Jorge Benítez tiene 72 años, esta fuerte aún, él si camina lo necesario para abordar la ruletera, pues viaja constantemente a consultas médicas a Tejupilco, Toluca y el Ciudad de México, está en tratamiento por diversas dolencias, caminar y caminar hasta dos kilómetros o más para abordar la ruletera le significa un ahorro considerable, pues aquí no le valen su credencial del INAPAM, nos dice, por eso aunque sean cinco pesitos de ahorro le sirven para un taco y agua.

Doña Lucia no puede hacer lo mismo, sus piernas no le aguantan, y ahora que el autobús que llega de Toluca la deja en la nueva terminal, debe pagar 30 pesos a un taxi para que la lleve a donde salen los de Luvianos, el viaje entonces le sale en 70 pesos a su pueblo, más lo pagado desde México, aunque aquí si le hacen descuento con su credencial y paga la mitad, como 90 pesos, en ida y vuelta a sus consultas en oncología gasta 500 pesos solo de pasaje, pues ella no puede caminar tanto y debe pagar taxis extras.

No todos los usuarios tienen esa posibilidad, de caminar hasta los sitios donde les permiten subir pasaje a las ruleteras; no entienden tampoco por qué las autoridades reguladoras del transporte les impidan abordar en sitios más cómodos y con estas prohibiciones absurdas les obliguen a gastar mucho más que en la zona urbana por sus pasajes.

En este sentido también se lamentan de no contar con el trasporte digno y justo requerido en una población que aún mantiene muchos nexos con Tejupilco, donde deben hacer bastantes tramites o pagos, pues en Luvianos solo hay una sucursal Bancomer, y sea cual sea el motivo para viajar les significa gastar mínimo cien pesos solo de pasajes, además de esperar hasta una hora para completar los cinco pasajeros, pues de otro modo el taxi no sale de la base.

Esto complica también a los pasajeros quienes esperan abordar en otros puntos, pues los taxis solo salen si van llenos, y es difícil encontrar lugar si se espera el taxi en El Estanco por ejemplo; y pues ya con solo cuatro ruleteras en servicio, la espera es a veces de una hora o más, y si la prisa no les permite esperar deben pedir viaje especial, esto les resulta mucho más caro 200 a 300 pesos, según la hora.

Luvianenses esperan atención a esta problemática, pues deben destinar una cantidad considerable para pago de pasajes, cuyas tarifas están fuera de su alcance, no corresponden a las marcadas en gaceta de gobierno, donde según se indica para el servicio mixto una tarifica mínima de 7 pesos 50 centavos por los primeros diez kilómetros recorridos y 20 centavos por cada kilómetro adicional, igual aplica para el transporte y colectivo, autorizado y publicado en septiembre del año pasado, tras acuerdo del secretario de Movilidad que modificó tarifas según circunscripcción territorial, lo cual por supuesto no se respeta de ningún modo.

En este aspecto es donde deberían actuar los inspectores, indicaron los usuarios, quienes lamentan además el perjuicio para varias familias que perdieron su sostén, pues al no resultar redituable, los ruleteros dejaron los vehículos y placas para emigrar al norte, los cuatro de “más aguante” poco pueden hacer, pues a cualquier de ellos por una falta mínima, sea cual sea los multan, los detienen y hasta los golpean o amenazan de fea forma; en conclusión no les queda otra, solo ocupar los taxis y pagar los 40 pesos por viaje.


 
 
 

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