Tras el atentado terrorista en una sala de conciertos de Moscú, crece el debate sobre los motivos. Moscú apunta a Ucrania. ¿Quién dice la verdad?
Redacción El Monitor
El Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) afirma que los presuntos terroristas tenían "contactos con la parte ucraniana". En el atentado del 23 de marzo contra la sala de conciertos 'Crocus' murieron al menos 133 personas, entre ellas varios niños. Todavía podrían quedar más víctimas bajo los escombros.
Las autoridades rusas informaron que detuvieron a los sospechosos en la región de Briansk, cerca de la localidad de Chatsun. Desde allí, la carretera lleva al puesto de control de Troebortnoye, en la frontera entre Rusia y Ucrania. Los sospechosos podrían haber estado planeando huir a Bielorrusia.
Algunos medios reportaron que uno de los detenidos dijo haber volado a Moscú el 4 de marzo y haber sido reclutado a través del canal de Telegram de un predicador religioso desconocido. Según él, el organizador del atentado terrorista le prometió 500.000 rublos (unos 5.000 euros). Otro presunto detenido hablaría el idioma tayiko. Este relató que un tal Abdul había participado en el atentado y se había reunido con él en Rusia alrededor del 13 de marzo.
Medios y blogueros rusos afirmaron que los terroristas habían intentado huir en un automóvil Renault Megane. Fueron detenidos a 100 kilómetros de la frontera ruso-ucraniana, escribió el director del canal propagandístico ruso RT. En respuesta, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajarova, acusó a países occidentales en su canal de Telegram de convertir a Ucrania en un "centro de propagación del terrorismo".
El presidente ruso, Vladimir Putin, retomó esa narrativa en su discurso televisado y aseguró que se había preparado una "ventana de oportunidad” para que los terroristas ingresaran a Ucrania.
Una fuente anónima del diario Kommersant informó de la posible implicación del Cuerpo de Voluntarios de Rusia (RDK, por sus siglas en ruso) en la organización del atentado. El RDK está formado por ciudadanos rusos que luchan del lado de Ucrania contra Rusia. Dicho periódico no confirmó esa versión, pero, según un interlocutor de Kommersant, los terroristas habrían llevado barbas y bigotes falsos. Sin embargo, a juzgar por el video del interrogatorio de los sospechosos detenidos, proceden de Asia Central. El RDK rechazó las acusaciones y declaró que "no utiliza métodos terroristas”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano ha rechazado todas las sindicaciones de que Ucrania estuviera implicada en el atentado terrorista contra la sala de conciertos. Kiev, por su parte, ha lanzado graves acusaciones contra el servicio secreto ruso FSB. Dicho ministerio calificó las acusaciones de "provocación planificada del Kremlin" para "movilizar a los ciudadanos rusos". Estructuras del mismo servicio secreto ruso FSB podrían estar detrás de los atentados, afirmó, agregando que el temor de la opinión pública a una amenaza terrorista elevaría los índices de aprobación de Putin.
Según el experto ruso Islam Ruslan Suleymanov, que vive en Azerbaiyán, "el Kremlin instrumentaliza el atentado independientemente de quién esté detrás”, dijo a DW. Según Suleymanov, el Kremlin no busca "desmantelar las células terroristas, sino movilizar a la población en Rusia, independientemente de su afiliación religiosa, contra un enemigo común en Ucrania, tal vez incluso anunciando un movilización en breve".
Una rama del llamado Estado Islámico, autodenominada "Provincia del Estado Islámico de Jorasán" (ISIS-K o EI-K), reivindicó la autoría del atentado. Pero, mientras para Peter Neumann, profesor del King's College de Londres, la versión con la implicación de EI-K es plausible, Suleymanov no la considera creíble, porque "aún no hay una fuente fiable que pueda confirmar la conexión entre EI-K y el ataque terrorista en Moscú”.
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