Redacción El Monitor
El Partido Republicano de Estados Unidos va a dar a Vladimir Putin su mayor victoria estratégica desde que llegó al poder hace justo 24 años. Esa formación política ha decidido bloquear la entrega de más ayuda a Ucrania si a cambio el Gobierno de Joe Biden no pone en práctica una serie de medidas para el control de la inmigración ilegal que incluyen, entre otros apartados, la construcción de 322 kilómetros del muro en la frontera con México que Donald Trump prometió edificar en 2015.
Así que la ayuda de Estados Unidos a Ucrania se ha acabado, al menos hasta 2024. "La Historia los juzgará con dureza", dijo ayer jueves la portavoz de la Casa Blanca, Karina Saint-Pierre, en su rueda de prensa diaria. El miércoles, el presidente Joe Biden lanzó un inusual mensaje desde la Casa Blanca en el que se declaró "estupefacto" ante el atasco legislativo de los 61.400 millones de dólares (56.900 millones de euros) de respaldo militar a Ucrania. "Los republicanos del Congreso quieren dar a Putin el mayor regalo que podría imaginar y abandonar nuestro liderazgo en el mundo, no solo en Ucrania, sino más allá", afirmó el presidente.
Biden fue muy claro acerca de las repercusiones que tendría no solo para Ucrania, sino para el mundo, dejar caer a Kiev. "Si Putin conquista Ucrania, no se detendrá allí. Ha dejado claro que va a seguir. Y, si Putin ataca a un aliado de la OTAN, veremos algo que no queremos: soldados estadounidenses combatiendo a soldados rusos", dijo. El presidente se declaró dispuesto a negociar un endurecimiento de la seguridad en la frontera a cambio de que la ayuda a Kiev sea desbloqueada.
Seis horas más tarde, los republicanos del Senado, que hasta ahora habían sido casi unánimemente favorables a la entrega de la ayuda, bloqueaban que ésta fuera votada en esa cámara. Eso puede obligar a la Casa Blanca a entrar en las negociaciones, algo que Biden, que conoce muy bien cómo funciona el sistema político estadounidense, quiere evitar a toda costa.
Si el presidente empieza a negociar con el líder de la minoría republicana del Senado, Mitch McConnell, éste habrá logrado una victoria política de primer orden, dado que institucionalmente su cargo está muy por debajo del de Biden, que es jefe de Estado y de Gobierno. A partir de ahí, McConnell podría dedicarse a humillar a Biden y a obtener todo tipo de concesiones que le permitan recuperar la popularidad entre su bancada y mantener el cargo tras las elecciones del año que viene. Ésa es la estrategia que empeló, con éxito irrebatible, contra un inexperto Barack Obama, al que derrotó en toda línea en varias ocasiones.
Pero la situación en el Senado es solo la mitad de la crisis. La otra mitad es en la Cámara de Representantes. Los republicanos del Senado, con su minoría de bloqueo, exigen cambios en la política inmigratoria, en especial el derecho de asilo, que para los demócratas son inasumibles. Los de la Cámara de Representantes, donde tienen mayoría, demandan la aprobación íntegra de la ley conocida como H.R.2 (H.R. son las siglas en inglés de Cámara de Representantes), que introduce medidas durísimas en el sistema inmigratorio, incluyendo la ya mencionada construcción del muro.
El problema es que la H.R.2 solo cuenta con el apoyo de los republicanos. Y éstos no tienen mayoría en el Senado. Por tanto, es imposible aprobarla. La estrategia del presidente de la Cámara de Representantes, el trumpista Mike Johnson, es, así pues, imponer unas condiciones en inmigración tan duras que la ayuda a Ucrania sea imposible de aprobar.
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